Podemos tener una fe inmensa en Dios. Pero
de vez en cuando el poder de Maya (la ilusión)
puede minar nuestra fe. Aún en tiempos di-
fíciles, la fe en Dios nunca debe declinar. Ba-
jo ninguna circunstancia debemos contrariar
los preceptos de la Divinidad. No importa qué
adoración se ofrende, ni cuánta intensidad lo-
gremos al meditar; si transgredimos los man-
damientos del Señor, estas prácticas espiri-
tuales se harán fútiles. La razón es que la
Divinidad no tiene ningún objetivo o meta
que sea egoísta. Sólo por estrechez de mi-
ras actúa la gente contra los sagrados man-
damientos del Señor. Aún pequeños actos
de transgresión pueden, a su debido tiem-
po, asumir proporciones peligrosas.
-BABA
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