Muchos claman por tener la experiencia de la biena-
venturanza espiritual, pero pocos se la ganan, por-
que se consideran demasiado débiles para recha-
zar el clamor de los sentidos. Practiquen asidua-
mente el objetivo superior de controlar los senti-
dos. Un poco de indagación revelará que los sen-
tidos son malos amos, y muy ineficaces fuentes
de conocimiento; la felicidad que deparan es tran-
sitoria y plagada de aflicción. En tanto uno sea
dominado por el placer de los sentidos, no se pue-
de decir que su vida espiritual haya comenzado.
Pues los sentidos se precipitan hacia lo temporal
y lo chabacano; de ese modo ensucian el cora-
zón. A cada uno de ustedes Dios no le pide nin-
gún otro obsequio, ninguna ofrenda más valiosa
que el corazón del cual Él les ha dotado. Den a
Dios ese corazón, tan puro como cuando Él se
lo dio a ustedes, lleno del néctar del amor con
el que Él lo llenó. La mejor manera de expre-
sar su devoción a Dios es lograr el control de los
sentidos. -BABA
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