Los deseos son una fuente de placer para
el hombre, pero también son la causa del
dolor. La mente tiene que estar bajo con-
trol. Ni siquiera miles de hombres pueden
contener un tren en rápido movimiento.
Pero el tren se detiene cuando se aplica el
freno. Lo mismo se aplica a los caprichos
de la mente. Cuando se controla la mente
todos los dolores cesan. El Divino Atma,
que mora en el corazón de todo ser huma-
no, no se reconoce porque está recubierto
por las nubes del deseo. El esplendor del
sol se revela cuando el viento aleja las nu-
bes que ocultan el sol. Del mismo modo,
cuando el viento del amor aleja las nubes
del deseo en el corazón, el ego (sentido del
"yo") y la posesividad (sentido de "lo mío")
son expulsados, y la refulgencia del Atma
interior se revela en toda su gloria.
-BABA
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