Cada sentido corre tras los objetos externos
uno tras otro, cada uno dando pie al
siguiente, inquieta y penosamente.
Debemos poner bajo control a la mente,
a la capacidad de raciocinio y a los
sentidos, que vagan sin rumbo
tras los placeres objetivos. Debemos
entrenarlos para que se ocupen de la
tarea de concentrar toda la atención
sobre la gloria y la majestad de Dios,
y para que sigan un plan sistemático
de disciplina unidireccional. Deben
ser educados por medio de Japa
(el canto del Nombre de Dios), Dhyana
(la meditación), o acciones nobles,
o alguna otra actividad dedicada y
enriquecedora, que purifique y ennoblezca.
-BABA
No hay comentarios:
Publicar un comentario