El respeto, la admiración, la veneración que los
discípulos tienen hacia su instructor deben, an-
te todo, servirles para estimularles en su traba-
jo, sino, este respeto, esta admiración, esta ve-
neración son una carga para él, y los discípulos
no aprenden nada. Algunos creen en su Maestro
como creen en Dios, se imaginan que su fe les
salvará y que el Maestro hará milagros para e-
llos. No, sólo la fe, ya sea en Dios o en un Ma-
estro, no ha salvado nunca a nadie. Que los dis-
cípulos cesen pues de contar con los milagros,
que según su opinión, su Maestro puede hacer
por ellos; avanzarán más rápidamente, porque
en ese momento es cuando él les ayudará ver-
daderamente. Si están aquí, con la mirada
siempre fija en él, esperando todo de él, le
paralizan, no puede hacer nada por ellos, que
quedan estériles. Pero que trabajen, que se
preparen; en el momento en que estarán pre-
parados, recibirán ayuda.
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