Cuando la muerte llama, ni los mejores médicos
pueden salvar a una persona. Necesariamente,
todos tienen que responder al llamado, ya sea un
novio o una novia en el asiento ceremonial de la
boda, o en un peregrinaje a un lugar sagrado. La
muerte no tolera demoras, la muerte no acepta
excusas. Las lágrimas no conmueven su corazón,
ni las amenazas pueden alejarla. Por lo tanto,
planta en el suelo bien preparado de tu corazón,
la semilla de cualquiera de Sus mil nombres, el
que más te atraiga. Que brote allí, en el silen-
cio. Riégalo con amor y servicio al prójimo;
protégelo de las plagas y el ganado, que son las
emociones y pasiones que te arrastran hacia a-
fuera. Esto lo puedes hacer instalando la cerca
de la repetición del Nombre Divino y la medita-
ción (Japa y Dhyana). Luego podrás recoger la
cosecha de bienaventuranza (Anandam).
-BABA
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