Controla siempre tu lengua, pues ella
siempre ansía una variedad de manja-
res. Pregúntate: "Oh, lengua, ¿Cuán-
tas bolsas de arroz, trigo, verduras y
manjares has probado? ¡Qué vergüen-
sa si aún estás insatisfecha!" Come lo
suficiente para satisfacer el hambre y
mantener tu cuerpo, sin dar una inde-
bida importancia al sabor. Así mismo,
tus ojos deben ver a Dios, en lugar de
ver cosas que no son sagradas en la te-
levisión o los vídeos. Que tus oídos es-
cuchen las historias del Señor, en vez
de vanos chismorreos. Todo lo que ves
y oyes queda impreso en tu corazón, y
las cosas que no son sagradas lo conta-
minan. Cuando tu corazón está conta-
minado, la vida carece de significado.
El corazón humano es como un bolígra-
fo. El color de las palabras que escribas
será el mismo que el color de la tinta
dentro del bolígrafo. Dios espera de ti
que llenes de amor tu corazón. Luego
todo lo que pienses, digas y hagas esta-
rá impregnado de amor, y tu vida se
volverá sagrada.
-BABA
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