Ayuden siempre a los pobres, y a quie-
nes sufren y están angustiados. Había
una vez en Tamil Nadu, un poeta santo
que se sentaba en la pequeña veranda
de su choza, y cantaba hermosas can-
ciones al Señor. Un día llovía torren-
cialmente. Llegó otro hombre y le pre-
guntó si podía albergarse también allí.
El devoto dijo: "El sitio apenas alcanza
para que yo me recline, pero ahora que
estás aquí, ambos nos sentaremos dere-
chos." Después llegó otro hombre y pi-
dió albergue. El devoto accedió nueva-
mente, diciendo: "Había lugar para que
los dos nos sentáramos. Ahora que has
llegado, quedémonos todos de pie."
Así enseñaba el principio de ayudar a
todos, sin despedir a nadie que necesi-
te ayuda, aún cuando los medios sean
limitados. Cultiven esta actitud de
compartir con los demás cualquier co-
sa buena que tengan. De esta manera
pueden practicar todos los días el gran
principio de hallar a Dios en cada ser.
-BABA
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