Los aspirantes espirituales, en medio de sus es-
fuerzos, a veces imaginan a Dios como menos
glorioso de lo que en realidad es. Suponen que
el Señor hace diferencias entre pecadores y
santos, o entre ignorantes y sabios; éstas son
deducciones inválidas. El Señor no separa así
a los seres humanos. Si lo hiciera, ningún pe-
cador podría sobrevivir a Su ira sobre la Tierra,
ni siquiera durante un minuto. Esta verdad es
sólo conocida por los sabios. La gente común
ignora esto, y sufre bajo la falsa creencia de
que el Señor está en alguna parte, muy lejos
de ellos. La naturaleza del fuego es calentar-
te cuando tiemblas de frío. Pero, ¿cómo pue-
de ayudarte a estar caliente si te mantienes
a distancia? De la misma manera, aquellos
que ansían librarse de los escalofríos de las
enfermedades mundanas, tienen que buscar
el fuego de la sabiduría (Jnana), la cual se lo-
gra por la Gracia de Dios. Así, se dice que
el sabio (Jnani) es querido por el Señor.
-BABA
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