El Señor es el morador en todos los seres, y
lo impregna todo. Es el alma en todo ser.
Está en ti, tanto como en todos los demás.
El Señor no está más presente en una per-
sona rica, ni en más grande en una persona
gorda. En todas las personas, Su chispa ilu-
mina la caverna del corazón. El sol brilla
igualmente para todos; Su Gracia cae igual-
mente sobre todos. Ustedes construyen obs-
táculos que impiden a los rayos de Su Gra-
cia tocar y calentar sus corazones. No cul-
pen al Señor por su propia ignorancia, ton-
tería o perversidad. Así como el agua sub-
terránea surge en chorro cuando un tala-
dro perfora hasta esa profundidad, tú to-
ca la fuente de la Divinidad, mediante la
constante repetición del Nombre del Se-
ñor; y un día ella brotará en abundancia,
dándote una alegría sin fin.
-BABA
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