Cuando uno ha alcanzado el estado de
percibir a la Divinidad en cada ser,
cuando todo instrumento del conoci-
miento otorga la experiencia de esa
Divinidad, y cuando sólo Ella es vista,
oída, gustada, olida y tocada, el ser
humano llega a ser indudablemente
una parte del Cuerpo de Dios, y vive
en Él y con Él. Este camino no ha si-
do establecido o recomendado sólo
para los extraordinarios entre los
hombres. Está al alcance de todos,
porque todos tienen hambre de Dios.
Cuando emprendas esta tarea de tu
propio progreso, con el primer paso
ya obtendrás una nueva fuerza; ex-
perimentarás una alegría nueva y
más pura; estarás refrescado por
una nueva santidad. Por lo tanto,
cada persona debe seguir su propio
dharma (deber individual). Debes
planear tu vida de acuerdo a los fun-
damentos espirituales de tu cultura,
y escuchar la voz de Dios.
-BABA
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