Ustedes ponen gran cuidado en que la casa
que poseen y habitan sea encantadora, im-
presionante y cómoda. Se enojan por el so-
lo hecho de que en sus paredes se pegue un
cartel. Luego un día la venden. Ya no es el
objeto de su apego. No se molestan aunque
le caiga un rayo. Con el dinero obtenido
compran algunos campos. Ahora su apego
se traslada a los campos. Después de un
tiempo los venden, y ponen el dinero en un
banco. Ahora su apego crece hacia la cuen-
ta bancaria. ¿Qué es verdaderamente suyo,
y a qué están apegados? No es la casa, los
campos, ni el dinero; es el prestigio, las co-
modidades, la exhibición, la codicia - cosas
que surgieron en sus mentes como deseos.
En verdad es a su ego a lo que están apega-
dos. Cada uno de ustedes debe hacer un
esfuerzo espiritual con el propósito de lim-
piar la mente de toda lujuria, codicia, odio
y envidia. -BABA