Tener la mente puesta en Dios en nuestros
momentos finales, no es algo fácil de lograr.
Presupone una larga práctica, y ciertos mé-
ritos. A eso se le llama Purva samskara. La
mente tiene que haber pasado por un deter-
minado curso de rigurosa disciplina. No bas-
ta con eso; la mente debe descartar cual-
quier otro pensamiento como bajo o infe-
rior, incluso degradante. Este disgusto ha-
cia todos los demás objetos debe ser cada
vez más fuerte. Cuando están presentes es-
tos dos elementos - la disciplina de la men-
te y el desapego de cualquier otro pensa-
miento - emergerá con toda certeza la con-
centración en la Divinidad, y se mantendrá
estable durante los últimos momentos.
-BABA
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