Mantente firme en no descartar el Nombre y
la Forma que cuidadosamente has seleccio-
nado, aunque alguien hable mal de ellos.
Aférrate a tu deidad elegida, y sálvate.
Al mismo tiempo, no critiques a las deida-
des elegidas por los demás. Minar la fe de
otros, o perturbar la tuya, ambas actitudes
son erróneas. La fe es una planta de creci-
miento lento. Sus raíces penetran hondo en
el corazón. El silencio es la mejor práctica
espiritual para salvaguardar la fe. Por eso
insisto en que lo adoptes como el paso pri-
mero y más importante en tu viaje espiri-
tual. Los pies, ojos y rostro del Señor se
comparan con una flor de loto, porque Él
es como el loto: inafectado por el ambien-
te en que se halle. Tú también debes son-
reír en todo momento, impartiendo alegría
en todos los que te rodean y aligerando su
carga. -BABA
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