La auténtica naturaleza del ser humano es
divina. Esta naturaleza innata se halla en
los niños; en esa etapa no hemos sido to-
cados por los tirones y tensiones de los sen-
tidos. Por eso el niño se deleita en su pro-
pia realidad: la alegría, la paz y el amor.
Haz que esta etapa se mantenga invaria-
ble a medida que creces, para que puedas
llevar una vida dhármica (recta). Ése es
tu deber. Para descubrir tu realidad y re-
sidir en la Paz Divina, no necesitas aban-
donar el mundo para dedicarte al ascetis-
mo. El desapego es el premio crucial que
debes ganarte. Puedes cultivarlo en el ho-
gar, tan fácilmente como en la jungla.
Además, cuando fijas tu mente en la ver-
dad, te haces más querido por Dios.
-BABA
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