A un abuelo de setenta años le preguntó su
nieto de siete años: "Abuelo, ¿cuántos años
tienes?" El anciano replicó: "Dos". El niño
quedó sorprendido, parecía el retrato mis-
mo de la duda. El anciano explicó: "Pasé
los dos últimos años en compañía del Se-
ñor; antes, estaba sumergido en el panta-
no de la búsqueda de placeres." Sólo cuen-
tan como vida los años que vivas con el
Señor; los demás no son dignos de ser con-
tados. Todo ese dinero, propiedades y fa-
ma no son más que para un fugaz momen-
to. Cultiva el apego al Señor, quien esta-
rá contigo dondequiera que vayas.
-BABA
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