La vida es un árbol ilusorio, con todas sus
ramas, hojas y flores de maya. Podrán dar-
se cuenta de esto cuando todas sus accio-
nes sean ofrendas dedicadas a Dios. Véan-
lo a Él como la savia que corre por cada
célula, o el Sol que calienta y construye
cada átomo. Véanlo en todo, y adórenlo
a través de todo, porque Él lo es todo.
Dedíquense a la actividad, llenándola de
devoción. Es la devoción lo que santifica.
Un trozo de papel es casi basura, pero si
sobre él se escribe el contenido de un cer-
tificado, se valora y atesora; se convier-
te en un pasaporte para la promoción en
la vida. Por lo tanto, lo que importa es
bhava (los sentimientos detrás de la ac-
ción), no bahya (la pompa y exhibición
exteriores). Al no saber este secreto de
transformar cada acción en un acto de
adoración, la gente sufre la decepción y
el dolor. En los lugares sagrados de ado-
ración se tallan formas divinas o ídolos
en rocas de poco valor. Pero cuando el
sentimiento de devoción transmuta al
ídolo, éste se convierte en el más ele-
vado tesoro para la mente humana.
-BABA
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