El cuerpo no es más que un instrumento
para un elevado propósito: que percibas
el esplendor divino que llena el Universo,
del cual eres una fracción. Usa para es-
te fin todos los talentos de tus sentidos,
inteligencia y memoria. Transfórmate,
y sublima tus deseos. Que los propósitos
más elevados y nobles se sobrepongan
siempre a los inferiores. Como el asno,
que transporta madera de sándalo sin
conocer más que su peso, también tú
transportas la carga de las preocupa-
ciones mundanas, sin percatarte de la
fragancia que podrías obtener de la
misma carga que tu espalda soporta.
Los sentidos procurarán arrastrarte le-
jos de los propósitos elevados, pero
mantenlos bajo estricto control, me-
diante un entrenamiento riguroso.
Sin el dominio sobre los sentidos, no
darán fruto alguno los elaborados ri-
tuales de adoración, ni las horas de
intensa meditación, ni los votos que
observes. -BABA
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