Se dice que el cuerpo es el tabernáculo
de Dios. De hecho, el mundo mismo es
el cuerpo de Dios. Un pinchazo en un
dedo del pie es reconocido inmediata-
mente como una lesión de uno mismo,
porque el dedo es parte del mismo cuer-
po. Así también, el sufrimiento en un
rincón del mundo le interesa tanto al
Señor como el sufrimiento en cualquier
otra parte. El mundo entero es la man-
sión del Señor. Todos los países y esta-
dos son simplemente habitaciones de Su
mansión. Nunca olviden que el mundo
entero es un templo del Señor; es Su
cuerpo, y Él reside allí.
-BABA
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