En cada uno de ustedes, Dios es el
espíritu movilizador, el Alma misma.
¿Cómo podrían entonces ser ustedes
malos, si están aquí cumpliendo el
propósito de Dios, de acuerdo a Su
voluntad, Su plan y Su ley? Dios los
ha dotado de muchas facultades, pa-
ra que puedan buscarle y alcanzar-
le. Por lo tanto, ustedes no son in-
dividuos desamparados y olvidados,
sometidos a una sentencia de muer-
te. ¡Ustedes son Encarnaciones de
la Bienaventuranza, nacidos para
una rica herencia, que es toda de
ustedes! Sólo que no la piden. Ten-
gan fe en su destino, y trabajen con-
tinuamente para alcanzarlo. La de-
voción es el apego a Dios; pero para
ello no necesitan abandonar el ho-
gar. Si la semilla es plantada lejos
del árbol madre ¿crecerá acaso de
manera diferente? ¡No! Si la hier-
ven, no crecerá más. De la misma
manera, hiervan ustedes sus instin-
tos e impulsos, y calcinen las ansias
sensoriales que los esclavizan. En-
tonces se acercarán a Dios, donde-
quiera que se hallen.
-BABA
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