La práctica consiste en cantar el Nombre
de Dios 24 horas al día, hasta que llene
cada pensamiento y cada acto, cada cé-
lula de nuestro cuerpo y cada partícula
de nuestra realidad. Obviamente, debes
recordarlo al menos una vez cada hora,
y cada vez que lo recuerdes cántalo tan-
to tiempo como puedas hacerlo. De he-
cho, deviene en algo muy satisfactorio
para la mente y el cuerpo. Tan placen-
tero, en realidad, que podrías olvidarte
de comer, de dormir, del sexo o de cual-
quier hábito diario. Experimentar una
total satisfacción con el Nombre de Dios
es conservar la felicidad a través de to-
dos los cambios.
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