La rana capturada y retenida en la boca
de una cobra, ignorante de su destino,
trata de atrapar la lengua de la serpien-
te como si se tratara de una mosca pa-
ra comer. Así también, tú buscas la a-
legría y obtienes el pesar, cazas place-
res y capturas dolores. Te apegas al
cuerpo que se deteriora, y sueltas a
Dios. Miles de sabios han advertido a-
cerca de esto, millones de veces. Sin
embargo, sus palabras no han caído en
el suelo blando del corazón, ni han si-
do regadas por las lágrimas de la contri-
ción. De ahora en adelante que tu co-
razón, con una conciencia clara, sea
una lámpara. Vierte en ella el aceite
del Namasmarana (cántico del Nombre
Divino). Ponle la mecha del autocon-
trol y mantenla firme, para que las rá-
fagas de la alegría y el dolor no apaguen
la llama. Enciéndela con pensamientos
nobles, como Aham Brahmasmi (Yo Soy
Dios). Entonces no sólo tendrás Luz, si-
no también te convertirás en una fuente
de Luz. -BABA
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