El Señor no pide penitencias ni ascetismo.
Sólo quiere que tu mente esté fija en Él.
Ofrece y dedica la mente a Dios. Si adu-
ces no tener la suficiente fuerza mental
para hacerlo, pregúntate de dónde provie-
ne la fuerza con que te dedicas actualmen-
te a ideales huecos y a vanas fantasías de
familia, fortuna y fama. ¿No puedes aca-
so usar esta fuerza para esa dedicación su-
prema? La gente ofrece con facilidad todo
lo que tiene a perniciosos placeres objeti-
vos; pero se retuercen y protestan cuando
se les llama a dedicar sus pensamientos,
sentimientos y acciones al Todopoderoso.
Aquellos que son incitados por el deseo ge-
nuino por el fruto, deben sobreponerse a
todos los obstáculos y tentaciones, dudas
y decepciones, y residir en pensamientos
acerca del Señor. Entonces el Señor les
conferirá la bendición de la Unión.
-BABA
No hay comentarios:
Publicar un comentario