Cuando joven, el corazón humano es muy blando.
Responde al pesar y al dolor del prójimo. Lo que
lo endurece como piedra es el ejemplo de los ma-
yores, las lecciones que recibe de los padres, la
compañía que frecuenta, y el entrenamiento erró-
neo que recibe en la escuela. Los padres no de-
ben buscar culpas en los demás en la proximidad
de los niños, ni demostrar odio o envidia ante sus
tiernas mentes. Se debe enseñar a los niños a
compartir el pesar y la alegría de los demás; y a
no estar nunca celosos de la alegría o el éxito de
los demás. En lugar de dar cabida al sentimiento
de la envidia, enséñenles a emular el trabajo du-
ro de los exitosos, y a orar pidiendo inteligencia
o una memoria más aguda. Hagan que esos jóve-
nes corazones sigan siendo blandos.
-BABA
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