Hoy en día muchos no pasan más de cinco
minutos de su tiempo en la contemplación
de Dios. De las 24 horas que componen un
día, deberían usar seis para ganar y gastar,
seis para la contemplación en Dios, seis pa-
ra dormir y seis para el servicio a los demás.
Cultiven la quietud, la simplicidad y la hu-
mildad, en lugar del clamor, la complejidad
y el engreimiento. Para desarrollar un gus-
to por la liberación, tengan el Nombre del
Señor en los labios, y saturen su mente con
la dulzura de Su esplendor. Éste es el me-
jor ejercicio que se puede practicar en to-
do momento, por todas las personas, inde-
pendientemente de credo, casta, género,
edad y estátus económico o social. Esta
práctica los mantendrá en permanente
contacto con Lo Infinito, y de este modo
les transmitirá una parte de la sabiduría
y poder de ese Infinito.
-BABA
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