Es bueno asistir a discursos sobre el Gita
pronunciados por doctos eruditos. Sin
embargo, esto no sirve de nada si te re-
cuestas contra una columna del salón de
conferencias y dormitas. Es decir, que
no es el sonido, sino el significado lo que
cuenta. No es el oído, sino el corazón el
que tiene que beber del néctar del Gita,
y empaparse de su esencia. Busca y dis-
fruta las compañías nobles (satsangam);
pero junto a eso, también hace falta el
autoexamen. Examínate para ver cuánto
éxito has tenido en escapar de los senti-
dos y acercarte a Dios. La mente es como
un elefante salvaje, que puede ser doma-
da mediante la repetición del nombre de
Dios. No la alimentes con engreimiento,
envidia, odio ni codicia. Que en los oídos
resuene siempre el nombre del Señor.
-BABA
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