El cuerpo es el templo de Dios; Él es quien
reside en el corazón, y la inteligencia (Bud-
dhi) es la lámpara que se enciende en ese
altar. Protejan la lámpara y su resplandor
del viento que sopla por las ventanas de los
sentidos y amenaza con apagarla. Cierren
las ventanas, no las dejen abiertas a causa
de la fatal atracción de los sentidos. Man-
tengan aguzado su intelecto, para que pue-
dan tallar la mente como un diamante, y
que llegue a ser un destello de luz, en vez
de ser un opaco guijarro. El discernimien-
to es un instrumento importante del pro-
greso espiritual. El apego, los afectos y
los intereses crean prejuicios, parcialida-
des e ilusiones; ocultan la verdad y entor-
pecen la inteligencia. La facultad de ra-
zonar debe emplearse para distinguir en-
tre lo limitado y lo ilimitado, lo temporal
y lo eterno. -BABA
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