Cuando la adoración se hace con vistas a satis-
facer deseos y concretar anhelos, el precioso
premio se perderá. La adoración debe limpiar
el corazón, de modo que Dios, el Morador, pue-
da brillar en toda Su gloria. Sepan que los de-
seos ensucian el corazón, en vez de limpiarlo.
Inviten a un príncipe que todavía sea niño, a
que se siente en el trono - comenzará a llo-
rar, porque no puede jugar con sus juguetes
y mascotas. Los adultos nos burlaríamos del
afecto del niño por los juguetes, considerán-
dolo una niñería. Así también, todos aque-
llos que se apartan del trono de la 'Sobera-
nía sobre el Ser', y prefieren jugar con los
juguetes y mascotas de los objetos mate-
riales, son igualmente aniñados, sin im-
portar cuál sea su edad o estatus.
-BABA
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