Los sentidos son por naturaleza extrovertidos.
En consecuencia, arrastran perpetuamente al
ignorante hacia los objetos externos. Por eso
el aspirante espiritual, dotado de discerni-
miento y renunciación, debe poner obstáculos
a su salida y reprimir sus arranques, tal como
hace el cochero, provisto de látigo y riendas,
con los briosos corceles. Los sentidos descon-
trolados causan grandes daños. Por lo tanto,
antes que la concentración, cultiva buenos
hábitos. La concentración debe tener como
base a Satva-guna (las cualidades puras). La
mente debe ser purificada mediante el ade-
cuado tratamiento del carácter, a través de
los buenos hábitos. La concentración tiene
que seguir a este proceso de purificación, no
precederle. Todo esfuerzo de concentración
sin una limpieza de la mente no es más que
una pérdida de tiempo. Muchas grandes per-
sonas han arruinado sus carreras por aspirar
a la concentración demasiado temprano, sin
tener la disciplina de los buenos hábitos.
-BABA
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