El apego hace que la mente se ubique en las co-
sas del mundo. Cuando la mente está libre de
apegos, permanece indemne ante el mundo ob-
jetivo. La mente es como una tela, y hay tres
diferentes impulsos que la colorean: impulsos
sátvicos o puros que la hacen blanca; tendencias
rajásicas, inquietas, que la tiñen de rojo; e im-
pulsos tamásicos o perezosos, que le dan un co-
lor negro. Algunos hallan extremadamente di-
fícil controlar estos impulsos, aún después de
muchos años de práctica. Si estas inclinacio-
nes te molestan, debes fortificarlas con la fe,
y actuar mediante la fuerza de voluntad, para
conquistarlas. La meditación y la concentra-
ción pueden ser de ayuda para que te sobre-
pongas a estos impulsos.
-BABA
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