El Ser Divino Interior no tiene entrada ni salida,
ni manos ni pies, ni órganos ni extremidades, ni
manchas ni defectos. Es lo más pequeño de lo
pequeño, y lo más grande de lo grande. Como el
espacio, está en todas partes. Él es todo, y por
eso está libre del "yo" y lo "mío". Es la conciencia
personal; no tiene afinidad con la ansiedad ni con
la ilusión. Es Paramananda, el éxtasis supremo y
eterno. Es el núcleo, el corazón de todos los seres.
Es la conciencia en todas las cosas. Es como el sol,
que no tiene sentido del ego ni sentido de posesión
o propiedad, ni tampoco intenciones, necesidades
o deseos. Por su sola presencia la oscuridad desa-
parece, y la luz envuelve al mundo. Por eso al sol
se le llama el iluminador. Pero el sol no hace todo
esto conscientemente, como si tuviera que cum-
plir un deber. El Atma tampoco tiene obligaciones
ni se dedica a nada. Si preguntaran cómo se vuel-
ve el Atma un "hacedor", la respuesta debería ser:
¿es un imán "hacedor", sólo porque una aguja que
esté próxima se mueva?
-BABA
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