Debemos prestar atención no sólo a nuestro
propio avance y en el de nuestra propia fa-
milia y asociados, sino también al avance de
la gente en general. El ser humano tiene que
llevar una vida ejemplar, y sostener ideales
elevados, dignos de ser emulados por todos.
No se debe intentar menospreciar a la socie-
dad beneficiando sólo a la familia, porque ine-
vitablemente se fracasará. Debemos tener vi-
siones amplias de la paz y prosperidad de toda
la humanidad, y procurar contribuir con ambas,
dentro de los límites de nuestra capacidad y
recursos. Para cuando lleguemos a la edad ma-
dura, debemos haber descubierto que las ale-
grías del mundo son triviales y efímeras. Debe-
mos estar equipados con el conocimiento supe-
rior de la alegría espiritual, profundizando en
la fuente de bienaventuranza interior. Nues-
tro corazón debe haberse suavizado a través
de nuestras experiencias, y debemos esforzar-
nos por promover el progreso de todos los se-
res, sin distinción alguna. También debemos
estar ansiosos de compartir con los demás la
sabiduría entresacada de nuestra vasta expe-
riencia. -BABA
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