La felicidad hace que olvidemos nuestras obliga-
ciones hacia nosotros mismos como seres huma-
nos. Nos arrastra al egoísmo, induciéndonos a
cometer pecados. La felicidad tiende un velo
sobre las experiencias que nos hacen fuertes.
También disminuye nuestro caudal de mérito,
y despierta pasiones inferiores. Por otra parte,
la aflicción hace al ser humano alerta y vigilan-
te. La desdicha nos hace pensar, y mejorarnos
a nosotros mismos. También nos dota de nue-
vas y valiosas experiencias, y resalta el valor
de la felicidad. Date cuenta de que la felicidad
y la desdicha son inseparables, y no puedes ele-
gir sólo una de ellas. Trata los problemas y tri-
bulaciones como a amigos; o al menos, no los
veas como enemigos. Es mejor considerar la
felicidad y la desdicha como obsequios de Dios.
Éste es el camino más fácil para la liberación.
-BABA
No hay comentarios:
Publicar un comentario