En primer lugar debes conquistar al deseo.
Para ello no es necesario librar una guerra,
ni usar palabras dulces para persuadir al
deseo de que desaparezca. No desapare-
cerá por miedo a lo uno ni por agrado ha-
cia lo otro. Los deseos son objetivos; per-
tenecen a la categoría de lo 'visto'. Con la
convicción de que "Soy el que ve, no lo vis-
to", debes desprenderte del apego, y con-
quistar el deseo. Debes observar desde a-
fuera el funcionamiento de la mente; no
debes participar en él. Ése es el significa-
do de esta disciplina. La facultad de la
mente es como una intensa corriente eléc-
trica. Hay que mirarla desde cierta dis-
tancia, pero no contactarla ni tocarla. Si
la tocas, quedarás reducido a cenizas. De
la misma manera, el contacto y el apego
le proporcionan a la mente una oportuni-
dad para arruinarte. Cuanto más lejos
estés de la misma, mejor. Mediante hábi-
les métodos tienes que darle a ella el me-
jor uso posible, para tu propio beneficio.
-BABA
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